Restos de Iguanodon. Imagen de es.wikipedia.org.
Durante siglos, los huesos de gran tamaño hallados por la gente dieron origen a leyendas de dragones y otros monstruos. Hacia 1825 los naturalistas empezaron a considerar estos hallazgos como pertenecientes a animales que habían vivido en otras épocas y ya no existían. Los primero restos fósiles de dinosaurio estudiados pertenecían al Iguanodón, una especie de dinosaurio que habitó en Europa durante el periodo Cretácico.
El matrimonio Mantell dedicó su vida a la paleontología. Fue Mary Anne, la esposa del naturalista, quien descubrió las piezas fósiles del dinosauio durante un paseo por el bosque de Tilgate, al sur del país de Inglaterra. Además, ella fue la encargada de dibujar y redactar los catálogos sobre el iguanodón. Más información haz click aquí.
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En el año 1825, el matrimonio Mantell reconstruyó a este dinosaurio basándose en un puñado de dientes fósiles que encontró la esposa de Gideon. A partir de aquel día, los científicos admitieron que en nuestro planeta hubo algún día unos reptiles enormes. Uno de los restos no era un diente, sino una punta ósea gruesa. Se le colocó como si fuera un cuerno.
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En el año 1854, se encontraron otros restos fosilizados de Iguanodon. Sir Richard Owen quién acuñó la palabra "dinosaurio" realizó la primera reconstrucción de este dinosaurio a tamaño real. En su primera reconstrucción, el Iguanodon parecía una enorme iguana cuadrúpeda que parecía más un rinoceronte que un reptil, con dientes de carnívoro y seguía con el cuerno en el hocico.
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En la actualidad, sabemos que midió diez metros de longitud y que vivió en Europa en el Cretáceo Inferior. Tenía un pico en la parte delantera de sus mandíbulas. Los dientes posteriores si eran parecidos a la iguana, unos 100 en total.
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